Ya sabemos que para vivir necesitamos el aire. Nuestro cuerpo y especialmente nuestro cerebro requieren del oxigeno para funcionar. Inspirar el aire nos da la vida física y nos permite crecer como personas, comunidad y especie. También sabemos que con solo respirar no se dignifica la vida, hay pruebas evidentes que no estamos solo para eso o, por lo menos, no deberíamos estarlo.
Inspirarnos no se trata solo de respirar, también es saber para qué respiramos. ¿Has escuchado hablar de la Ley de Causa y Efecto? Ella dice que todo es causal, nada esta librado al azar y que para cada efecto antes hubo una causa que lo provocó. En nuestras vidas cotidianas lo podemos comprobar fácilmente, los resultados que provocamos son los efectos de nuestras conductas, las conductas que tenemos son el efecto de nuestras emociones y las emociones que sentimos son el efecto del tipo de comunicación personal o pensamientos que crea cada uno de nosotros. No hay nada librado a la casualidad, somos nosotros lo que creamos nuestro camino y los responsables de elegir la forma de transitarlo.
Lo que el aire es para nuestro cuerpo, es la comunicación para nuestra mente. Lo que nos digamos a nosotros mismos y a los demás será el aire puro o viciado que nuestra mente inspirará y de ello dependerán sus resultados. La herramienta mental se puede utilizar de una forma potenciadora según sea el lugar a donde se la enfoque, el tipo de comunicación que tengamos (los pensamientos que creemos) le darán el sentido o dirección a nuestra mente, según los objetivos que nos impongamos allí estará su foco. Una vida Inspirada es aquella que conoce sus Objetivos, se conecta con su Causa y no se deja llevar por los Efectos, estos últimos son mensajes que sirven para, si es necesario, corregir la dirección.
Una vida con Causa es la que dignifica al ser humano. La pregunta que seguramente viene a nuestra mente es: ¿Y cómo conocemos cuál es nuestra causa? Una respuesta podría ser: “sin importar que nos pase, seguirnos preguntándonos permanentemente para que estamos aquí. Es focalizar nuestra atención consciente en esa pregunta. Con insistencia y paciencia llegarán las respuestas.
Les ofrezco una clave: Focalicemos en el servicio a los demás. Quienes encontraron sus Causas o Ideal de Vida, quienes viven una vida inspirada, son aquellas personas que se enfocaron en las necesidades de los demás. Pareciera que milagrosamente las respuestas llegan cuando no nos distraemos tanto con nuestras propias necesidades y nos preguntamos ¿Quién más hay, además de yo mismo? y ¿En qué puedo ayudar?
“Desarrollamos una actitud compasiva cuando podemos sentir en nuestro corazón lo mismo que el otro está sintiendo, sin ninguna separación. El amor inspira la compasión y abre un espacio interior donde el otro cabe, tal como es, en el eterno presente”.
Una vida inspirada se disfruta y experimenta cuando por fin tomamos la decisión de abrir nuestras mentes y corazones al mundo, al otro, dispuestos a correr al ego que “todo lo quiere y controla” y abiertos a recibir el aire vital que nos dará el sentido buscado a nuestras vidas.
Mucha vida para todos!!
Carlos Sanchez
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Carlos Sánchez