Ten cuidado en donde pones tu atención
Existen tantas personalidades como personas, si las dividimos en dos muy grandes grupos están las consideradas positivas y optimistas, y las que tienden a ser negativos y pesimistas. Si eres parte de este último grupo vives en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor domina por sobre todas las cosas y crees que tu destino es tratar de obtener lo que nunca tendrás. El pesimismo constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la enfermedad conocida como depresión. Si no te consideras pesimista pero te reconoces algo negativo no encontrarás muchas diferencias con la definición anterior.
El negativo tiene una mirada negadora de la realidad, especialmente de las oportunidades y posibilidades que las circunstancias pueden ofrecerle. Ser pesimista o negativo generará más negatividad en tu vida, si piensas que eso puede salir mal, seguramente saldrá mal. Si crees que te puedes enfermar te enfermarás. Si focalizas en la carencia obtendrás más carencia.
Sin darte cuenta crearás en tu vida todo aquello donde pongas tu atención. Las creencias que gobiernan tu persona se transformarán en intención a cada paso y en una orden muy poderosa que le indicará a tu cerebro qué es lo que quieres ver que pase. Preocuparte por algo es poner esa atención a trabajar, pero sin estar haciendo nada para impedir que eso ocurra. Cada vez que pienses o te digas que no deseas sufrir, debes saber que tan solo con enfocarte en “no sufrir” estarás empujando intencionalmente a todo tu ser al sufrimiento.
Ésta es una de las habilidades humanas más poderosas y puede ser una verdadera bendición si la persona sabe lo que quiere y apunta su atención enfocando sobre su objetivo, porque se ubicará en la mejor posición mental y emocional para obtener lo que desea, o puede transformarse en un castigo o la profecía auto cumplida, cuando le preocupa tanto lo que “no quiere” que finalmente lo termina creando. Es paradójico pero naturalmente terminamos provocando aquello que decimos no querer que ocurra.
Sin importar lo que pensemos, compruebo a diario que funcionamos de esta manera, nos guste o no. Nadie nos enseña a trabajar sobre la capacidad de atención/intención que todos tenemos. La pregunta que puedes hacerte en este momento es ¿cómo puedo dominar esta energía tan fuerte?
Imagina que entras a un cuarto oscuro solo con una linterna apagada. En ese cuarto hay cuadros que pueden causarte diferentes intensidades emocionales. Imagina que enciendes la linterna y te enfocas en una ilustración terriblemente trágica para ti. ¿Qué crees que sentirás? Probablemente todas esas emociones limitantes que vienen al instante de asociarte con ese mensaje doloroso. Tu realidad, tu vida, se impregna de eso a lo que estas enfocando en ese momento. Es claro que no quieres sentirte mal pero hasta que no dejes de mirarlo atentamente nada distinto sucederá. Pero ¿qué pasaría si luego modificaras la dirección de la linterna y enfocaras hacia otro cuadro, donde pudieras ver el lugar más bello del mundo para ti y donde se encuentran las personas que más quieres? ¿Cómo crees que te sentirías casi inmediatamente? Cambiará el cuadro y cambiará tu estado interior. Tu cuerpo, tus sensaciones, tus pensamientos y tus emociones cambiarán, en un solo instante tu realidad será diferente.
Casi al mismo tiempo que modificas la dirección de tu foco cambia tu estado. Tu mente actúa como la luz que ilumina los cuadros, y tú eres la mano que direcciona esa linterna. Depende dónde te enfoques, así recibirás más de los mismo. ¿Conoces personas que, prácticamente sin nada, son felices? ¿Gente que con muy poco, habiendo atravesado situaciones muy limitantes en su pasado, hoy se sienten en paz? ¿Por qué lo logran, acaso son especiales? La respuesta es que ellos son como tú y como yo, la diferencia es que saben en qué enfocar sus mentes. Saben qué quieren de la vida, qué es lo importante para ellos y viven en un estado de gracia intencional.
Viven agradeciendo lo poco o mucho que tienen. Enfocan su atención en la abundancia en sus vidas. ¿Si les falta algo? Probablemente les falte millones de cosas, quizás mucho más que a nosotros. Pero sus linternas están fijas en lo que aman y son responsables de lo que eligen enfocar. Tú también lo puedes hacer sin lugar a dudas, porque tienes tu propio rayo de luz para, intencionalmente, enfocar lo que quieras.
¿Esto significa que a los problemas hay que evitarnos, ignorarlos o simplemente dejarlos ir? La respuesta es NO. Los problemas hay que reconocerlos, resolverlos y aprender de ellos, pero eso será tema para nuestro próximo encuentro.
¡Mucha vida para ti!
Carlos Sánchez