Amar sin sufrir
Podríamos afirmar que el opuesto al amor es la indiferencia. Esto implica que amar es comprometerse con aquello amado y generar la conexión necesaria para poder transmitir y percibir ese sentimiento tan poderoso. Implica darle entidad, respetando su identidad con todas sus características.
También podríamos confirmar que para una relación sana es necesaria la empatía, una forma de aceptación que hace que nos focalicemos en el otro de forma que claramente nos podamos sintonizar en la misma frecuencia. Ser empáticos con quien amamos es observarlo, escucharlo y ponernos en sus zapatos. Representa darnos la posibilidad de ingresar en su mapa mental para intentar entenderlo y ser parte de su mundo.
Amar a alguien que se siente muy bien y pleno puede resultar muy fácil. Porque nos muestra el camino y nos invita a jugar y compartir su vida desde un lugar sano e intenso. Pero si el ser amado no se encuentra bien, ¿Cómo hacemos para comprometemos y focalizamos en el otro sin ser arrastrados en el dolor que siente? Ya sabemos que sufrir por amor no es amor. Todos queremos ayudar a quien amamos, queremos sacarlo de ese lugar oscuro donde se encuentra y en oportunidades hasta estamos convencidos de saber qué es lo que necesita y cómo tiene que hacer para salir de esa situación. Acercarnos a quien queremos por lástima tampoco sirve y no hay dudas que sufrir, con o por el otro, no ayuda a nadie.
Puede ser que la persona a la que amamos esté sufriendo emocionalmente o también que se encuentre enfermo físicamente. En todos los casos la solución radica en asociarse con lo poderoso y puro que todos tenemos. Esa conexión no tiene que ser con el dolor del otro, mal favor le estaríamos haciendo si nos sentáramos allí a compadecerlo y tenerle pena. De hecho ¿Quiénes somos nosotros para ubicarnos en ese lugar de superioridad y cuánto tiempo tardaríamos en caer en el mismo pozo emocional?
La estrategia mental consiste en focalizar en el otro pero desde un lugar poderoso, interno y propio. Primero debemos comprometernos con ese punto esencialmente pleno que contamos cada uno de nosotros, apuntando primero en nuestro poder personal y luego, desde ese lugar incondicional con el ajeno. Recién en ese estado interior lo podremos comprender, aceptar y acompañar.
Mi trabajo en Terapia Comunicacional por más de 15 años me enseñó a hacer empatía, sentir, acompañar y no sufrir. Luego la vida me propuso comprobar esta habilidad aprendida en los últimos días de mi padre. Cuando él estaba por partir de este plano yo podría haberme dejado llevar por su muy débil y enferma condición física. Estaba muriendo y eso me ocasionaba una muy fuerte sensación interna que me impedía estar a pleno con él en el momento que más me necesitaba. Pero pude conectarme y desde ese lugar, de amor incondicional, ver al ser que había sido y que era, algo muy diferente a lo que veían mis ojos en ese momento final. Pude conectarme con sus recuerdos, con sus momentos felices, sus logros y momentos de plenitud. Pude acompañarlo sin pena, sin lastima y sin dolor. Pude estar con él desde mi mejor lugar.
Cuando nos conectamos con el otro espejaremos su poder personal y desde allí nos podremos comunicar de una forma sana y creativa. Amar sin condiciones es conectarnos con esa fuente o esencia que ya es nuestra riqueza y desde allí buscar la correspondencia con nuestro ser amado. De esa forma lo estaremos ayudando, mostrándole el camino y guiándolo a redescubrirse en su más profundo poder, ese aspecto de divinidad que todos tenemos.
¡Mucha vida para ti!
Carlos Sánchez
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