El miedo al dolor (Segunda parte)
En la primera parte del presente artículo, si no lo has leído aun puedes entrar en: https://www.terapiacomunicacional.com/el-miedo-al-dolor/, planteo tres premisas que son claves para entender a las emociones, el importante rol que juegan en nuestro sistema interno de comunicación y cómo repercuten directamente en la calidad de vida que estamos experimentando ahora mismo.
- “Nuestro estado interior dependerá de cómo nos sentimos, cómo nos sentimos dependerá de qué emociones sintamos y qué emociones sintamos dependerá de qué nos digamos a nosotros mismos”
Primero tenemos que mencionar a la conversación o diálogo interior consciente e inconsciente que sostenemos casi constantemente con nosotros. En oportunidades tiene la forma de pensamiento y que, en la mayoría del tiempo, es como un delirio sin mucho sentido, orden o lógica. Lo podemos representar como ese pajarito que picotea sin parar en la cabeza provocando nuestro malestar y enfado.
Es necesario entender que debemos aprender a liderar y gestionar, al diálogo interno, en forma consciente. No podemos dejar “liberado” a quien es el principal disparador de emociones y en consecuencia estados internos. Porque cada vez que se inicia este proceso de pensamiento o delirio se pone en marcha un mecanismo eléctrico, magnético y químico en nuestro cerebro que dispara inmediatamente las ordenes que considere adecuadas según sea la situación creada. Nuestro inconsciente cree que lo que nos decimos, nos imaginamos o pensamos “ES REAL Y VERDADERO”.
- “Las emociones nos conectan con nuestro interior, son las señales que marcan nuestro camino y dirección”
Como te mencioné, desde nuestro dialogo interno o delirio, la mente recibe o percibe mensajes que se transformarán en órdenes. Si esos mensajes son erróneos, por ejemplo una persona comienza a “preocuparse” por algo que seguramente nunca sucederá, nuestro cerebro lo interpretará indefectiblemente como una amenaza real. Sí, aunque sepamos en forma consciente que proviene de nuestra imaginación. Nuestra mente inconsciente no diferencia imaginación de realidad y generará los mecanismos de defensa automáticos que tienen como fin primordial resguardar la vida.
Si permanentemente estamos enviándonos mensajes erróneos, de amenazas o peligros inexistentes, generaremos un estado interno en crisis. Nos estresaremos y consumiremos mucha energía innecesariamente. A medida que pase el tiempo nos iremos sintiendo un poco peor, comenzaremos a perder el rumbo, la confianza y el sentido. En consecuencia nos iremos desconectando y alejando de nosotros mismos porque asociaremos sentir con dolor. Y como nadie quiere sufrir, cada vez trataremos de sentir menos.
- “Cuando entendemos el mensaje del dolor, el dolor desaparece”
Al no dirigir nuestra mente y dejarla navegar por los caminos de los recuerdos, la imaginación y el pensamiento, siendo varios de ellos mensajes de miedo, inseguridad o verdaderos dramas, vamos percibiendo una cantidad de estímulos amenazantes que se transforman en alertas falsas de peligro. En el preciso momento que detenemos al pajarito picoteando sobre nuestra cabeza, cuando paramos el consumo tóxico de estímulos y mensajes falsos, la emoción de dolor comienza a debilitarse hasta desaparecer. Para eso debemos “darnos cuenta” del proceso nocivo que nosotros mismos provocamos, si no lo hacemos, nos hundiremos en él sin remedio.
Vamos con un ejemplo de los comentados en mí último video en vivo “Cómo transformar el miedo”, (puedes verlo en: https://www.facebook.com/carlosanchezcomunicacion/videos/2656841191309027/ ) Una amiga tiene un hijo que en el pasado ha sufrido de cáncer. Hoy él está recuperado pero seguramente, cada tanto, debe hacerse los estudios para verificar que sigue sano. Ella manifiesta que tiene mucho miedo/dolor de que la enfermedad vuelva y con ello todo lo que se supone que puede pasar. Básicamente no quiere que su hijo sufra lo que es razonable para cualquier persona.
Pero ¿Qué pasará si la mente de la madre deambula sin que nadie la observe, la guíe y, en este caso, la detenga, si el pajarito sigue picoteando en su mente imaginando lo malo que podría ocurrir con su hijo? Si comienza a preguntarse ¿Cómo sería si eso vuelve a ocurrir, reviviéndolo con imágenes, sonidos y sensaciones) La consecuencia es que su mente inconsciente dirá: “Esto, ya está ocurriendo otra vez” y automáticamente comenzará a disparar recuerdos de angustia, desesperación y dolor. Reaccionará químicamente, eléctricamente (energía) y magnéticamente, provocando una serie de alarmas en todo el sistema cuerpo, mente y energía.
Claro que en la realidad nada ha sucedido, su hijo se encuentra bien y no hay de qué “preocuparse”. Pero eso nos es lo que en su interior está procesando. Lo sufre como si la situación fuera real y la vive con mucho temor. Emoción que se ha disparado porque, ella misma, ha enfocado en lo que ella no quiere que ocurra.
En mi trabajo de Terapia comunicacional https://www.terapiacomunicacional.com/me-guias/ uno de mis principales objetivos suele ser guiar a las personas a enfocarse en las potencialidades positivas, en las posibilidades que pueden crear en sus vidas y a generar una mirada apreciativa del mundo y de ellos mismos. Esto no es para que ignoren los problemas ni sean indiferentes a las crisis y calamidades de la humanidad, al contrario, es para que tengan un sistema interno lo más equilibrado y coherente posible, que los ayude a “ocuparse” de lo que consideren necesario.
“Preocuparte por algo es no hacer nada para solucionarlo, no existe la ocupación antes de la ocupación.
Cuando entras en acción, simplemente, lo haces”.
El dolor, como todas las demás emociones nos acompañarán toda la vida, y está en nosotros aprender a lidiar con ellas para transformarlas en oportunidades de cambio personal creando relaciones interpersonales enriquecedoras.
El dolor no es malo, sino nuestro aliado. Es un mensaje que debemos interpretar, transformar y accionar en consecuencia.
¡Mucha vida para todos!
Carlos Sánchez
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