Parte de mi trabajo con las nuevas herramientas de la Terapia Comunicacional es guiar la comunicación que cada uno de nosotros mantiene consigo mismo y eso consiste en tratar con la influencia de las emociones. Especialmente con aquellas emociones que comúnmente llamamos negativas pero que prefiero llamar limitantes. La mayoría de las personas con quienes interactúo llegan con el deseo de dejar de sentir soledad, frustración, enojo, depresión, etc. Dicen estar sufriendo y que ya lo han hecho por mucho tiempo como para seguir soportándolo. Todos ellos tienen algo en común, desconocen qué son las emociones y cuál es su significado.
Nos han enseñado que las emociones son primas lejanas del entendimiento, las han desvalorizado, minimizado y hasta las han considerado algo muy molesto que en lo posible hay que evitar. Nadie nos dijo realmente qué son y cuál es el rol que cumplen dentro de nuestro sistema personal. La principal paradoja es que mientras por un lado nos enseñan a evitar y negar a las emociones limitantes por otro lado ellas son las que impulsan todas nuestras acciones. Si, leyó bien, mientras creemos que nuestras decisiones son siempre racionales y que siguen el orden de nuestro intelecto, son esas emociones tan degradadas las que nos impulsan a movernos.
La primera explicación es biológica y habla de cómo nuestro cerebro procesa en lugares diferentes las decisiones racionales y a las emociones. El neocortex es la última parte desarrollada del cerebro en la evolución humana, allí encontramos los procesos lógicos, el pensamiento racional y el lenguaje. Y las acciones instintivas y emocionales surgen del cerebro límbico, más primitivo y la parte que más rápido reacciona, donde también se encuentra el control de la conducta. Es por esto que en oportunidades es difícil explicar con palabras una emoción y nos afirma que cada decisión que tomamos se basa primero en las emociones que sentimos para luego justificarlas con serios argumentos racionales.
Las emociones tienen un rol claro y definido, es darnos un mensaje para la acción. Las emociones que nos producen dolor nos están diciendo que hay algo que tenemos que cambiar sobre cómo percibimos la realidad, la forma en que nos estamos comunicando con nosotros mismos o con los demás, o sobre la manera en la que estamos actuando. Llamémoslas “Mensajes para actuar”. Son la forma que nuestro sistema de cuerpo, mente y consciencia, basados en el inconsciente, se comunica con nosotros diciéndonos que hay algo que debemos cambiar.
Pero ¿Qué sucede si le tememos a las emociones? No solo dejamos de escuchar el mensaje que nos traen sino que además las negamos, las evitamos o, peor aún, nos identificamos con ellas creyendo que somos esa emoción limitante.
Nuestro estado interior dependerá de cómo nos sentimos, cómo nos sentimos dependerá de qué emociones sintamos y qué emociones sintamos dependerá de la conversación que mantengamos con nosotros mismos. Las emociones nos conectan con nuestro interior, son las señales que marcan nuestro camino y dirección. Las emociones consideradas agradables nos indican que vamos por el camino correcto, las desagradables que nos producen dolor, nos dicen que hay algo que debemos cambiar. Si las ignoramos perdemos el rumbo y nuestra vida su sentido.
La primera creencia que podríamos incorporar es que “el Dolor no es malo” y que es un mensaje que no debemos ignorar ni negar. Si le perdemos el miedo al dolor podremos recuperar nuestra conexión con nosotros mismos y abriremos la puerta al poder personal sin límites. Ante la próxima señal para actuar, podrías preguntarte con una actitud de curiosidad como de niño: ¿Realmente, qué estoy sintiendo en éste momento? Y esta emoción que ahora identifico ¿Qué me quiere decir? Si es un mensaje de cambio ¿Qué es lo que me dice que tengo que cambiar?
Sé que hubiera sido maravilloso que nos enseñaran esto desde chicos, pero ahora que ya lo sabes ¿Qué piensas hacer?
¡Mucha vida para todos! Carlos Sánchez