Me acepto
“Inocente de todo lo que me culpo y responsable de todo lo que hice”.
Porque de nada sirve echarle la culpa a otros ni arrastrar la culpa en nosotros. La emoción de la culpa solo me está indicando que aún no he aprendido de aquello que he hecho o no he hecho, aquello que he dicho o no he dicho, de aquello que he pensado o no he pensado. Me está diciendo que debo aprender a no repetir aquello que quebró algunos de mis valores o creencias. Me está diciendo que debo comprometerme a no volver a hacerlo. Es por eso que cuando me doy cuenta del mensaje de la culpa, acepto la emoción, cambio mi enfoque, aprendo de lo ocurrido y me hago responsable para no repetirlo. Recién ahí aparece el perdón.
Reconozco
“Haber llegado hasta aquí vivo/a, actuando de la mejor forma que he podido y estuvo a mi alcance”.
Hasta aquí hemos llegados vivos y eso no es poco. Siempre haciendo lo mejor que hemos podido y con lo que hemos tenido. Porque sin importar qué hayamos hecho, nadie actúa para sufrir o hacer sufrir, nadie quiere vivir con dolor. Y si hemos cometido errores, comprendemos que son parte de la vida, del aprendizaje y del crecimiento. No justifico mi conducta, sí la entiendo y la perdono. Me comprometo a seguir haciendo lo mejor que pueda, aprendiendo del error para no repetirlo y a pedir disculpas si me hiero a mis mismo o a alguien más.
Me declaro
“Único, especial y digno del más elevado amor, para brindarlo y recibirlo”.
No se trata de una declaración ególatra o narcisista, aunque pueda sonar de esa manera. Sino de reconocer que no hay otra persona igual en el mundo a cada uno de nosotros. Somos especiales desde el sentido de individualidad irrepetible. No es ego reconocer que soy digno por solo SER y que cualquier cambio comienza y termina en mí. No soy mejor y tampoco peor que nadie. Como no puedo dar lo que no tengo, mi misión en primer lugar es, considerarme y amarme, para luego tener la capacidad de considerar y dar.
Decido y afirmo
“Nunca más me abandonaré”.
Sin importar el acto o el error que cometa o el resultado que genere. Me comprometo a dejar de maltratarme, de juzgarme agresivamente y desvalorizarme por mi actuar. Porque soy lo mejor que me ha pasado, porque no soy perfecto (en este plano de existencia) y estoy aquí solo para aprender a dar y amar sin condiciones.
Decido y me comprometo que, desde ahora,
“Me amo SIN CONDICIONES”.
Y como todo comienza en uno, seguiré mi camino cambiando lo que haga falta, APRENDIENDO lo que sea necesario y ACEPTANDO a los demás y especialmente a MI MISMO tal cual soy.
Para pegar en el espejo y repetirlo a la mañana, tarde y noche. Hasta que entre.
¡Mucha vida para todos!
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