¿Qué nos está pasando?
Parecería que el mundo entró en un desconcierto total. Todo se cuestiona, todo se discute y nada es igual que antes. Las sociedades se convulsionan y entran en crisis, en muchos casos violentas.
Parecería que la “normalidad”, esa realidad constituida y consolidada, se está resquebrajando por donde se la mire. Pero hace décadas que mucha gente, muy pocos escuchados y que también son parte de la humanidad, lo vienen advirtiendo.
La humanidad es desigual. Y muchos pensarán “como lo fue siempre” y tendrán razón. Desde que tenemos memoria existieron dominadores y dominados, opresores y oprimidos, amos y esclavos. Creo que somos conscientes de esto y no hay nada nuevo en lo que planteo. Ya nos hemos acostumbrado a ver y convivir con ricos y pobres, observar en una misma foto abrazarse a la abundancia y el hambre.
Las imágenes en los medios combinan a los niños desnutridos con el mejor celular, la guerra y venta de armas, el progreso y el movimiento incesante de las grandes ciudades, los bosques destruidos y el cambio climático. Todo pasa frente a nosotros, rápido muy rápido.
Cambio de consciencia global
La pandemia que azota al mundo no provoca por sí misma un cambio de consciencia global, aunque muchos hayan puesto la esperanza en ello. Sino, por el contrario, pone de manifiesto y muestra, claramente, los efectos de la desigualdad y discriminación planetaria existente.
La sociedad global hoy se extrema entre un norte que produce, consume y se enriquece, mientras el sur, básicamente, provee las materias primas. La calidad de vida en África y América Latina comparada a la realidad Europea expresa la mayor desigualdad, entre personas, que nos hubiésemos podido imaginar. Esto lo podemos ver y comprobar en tiempo real.
El viejo orden, el que predomina desde los últimos 200 años, está sucumbiendo rápidamente. La desigualdad manifestada en la sociedad global en la capacidad de consumo y calidad de vida es contundente. Y también como el consumo desmedido, egoísta y falto de empatía, de una parte del mundo desarrollado está poniendo en peligro a todo el planeta.
¿Por qué la violencia?
Hoy advertimos como en todas las sociedades se expresa la crisis de desigualdad y discriminación. Motivados por los mismos beneficios que las nuevas tecnologías nos ofrecen, vemos en tiempo real lo que está pasando en todo el mundo. Y el cambio de consciencia que estamos experimentando es que, por primare vez, los que estuvieron en eterna desventaja pueden comprobar, en forma fehaciente, que sufren y les pasa lo mismo. Cambio importante si lo hay, ya que este grupo de descartados y menospreciados representa el 80% de la población mundial.
Quienes vivimos con cierta comodidad lo hacemos parados sobre esa vieja orden o estructura desigual. Básicamente nos ha ido bien por méritos propios y también por no haber nacido en lo profundo de las sociedades pobres y discriminadas.
Esto no quiere decir que avalemos o aprobemos lo que ocurre, tampoco la violencia, aun así inconscientemente la sostenemos pensado que son los otros los que deben cambiar. Las protestas sociales que hemos visto en Chile, EEUU, Francia y en todo el mundo, se basan en esta nueva consciencia que rompe la vieja estructura que se cae en pedazos.
La violencia es injustificable, los abusos de poder de un continente sobre otro, de una sociedad sobre otra, de un color de piel sobre otro, de un género sobre otro… también lo son. La reacción violenta es eso, una reacción. Si solo nos enfocamos en las consecuencias nunca encontraremos las reales causas.
Entonces, ¿A qué está reaccionado la violencia?
A una estructura social global que admitió hasta aquí la desigualdad y la discriminación. Y que utilizó éstas condiciones violentas para sostener el viejo orden de poder y así sostener sus privilegios. Y que por conocido o por constituido no deja de ser violencia.
Nada justifica la violencia actual, cuál es la razón por la que un continente entero muere de hambre y sigue siendo desbastado en sus recursos naturales. No entendemos porqué, pero por solo poseer un color de piel diferente, una religión propia, haber nacido en una nación en particular o por poseer un determinado género, una persona o un grupo social deben sufrir violencia física, emocional y mental. Al punto de llevarlos al auto convencimiento de que son menos que otros.
Les pido que en este momento de la lectura hagan un esfuerzo para salir mentalmente del lugar donde viven y evitar llevar este tema a ideologías o situaciones más domésticas. Hablo del sistema global mundial.
Estoy convencido que todo cambio sería más amoroso, rápido y positivo si ese la nueva consciencia llegara desde los espacios de más alto poder como lo son las corporaciones, los políticos y los jueces por ejemplo. Nos guste o no, vivimos un cambio de Consciencia global y el “dolor” que ocasione dicho cambio será directamente proporcional a la resistencia y falta de empatía de quienes deben extender una mano amorosa e incondicional.
Hay una frase que repito mucho en mis charlas “Cuanta más presión consciente, más resistencia inconsciente”. Llevado al tema actual, cuanto más resistan los representantes del viejo orden, más serán las demostraciones de resistencia que llevarán inconscientemente a reacciones emocionales de rechazo, enojo e ira.
También les pido que no nos dejemos llevar por las viejas creencias que nos hacen mirar solo aquello que las justifican. Veamos las causas por la que las sociedades se están movilizando. Es cierto que mientras algunos cientos de personas saquean y roban por la misma causa marchan pacíficamente millones. No perdamos de vista el fondo sino las olas de la superficie nos confundirán más.
Es un gran desafío para la humanidad, está en juego la vida misma de la especia humana. La pandemia nos demostró que algo que le pasa a alguien en la otra punta del globo puede afectarnos de una forma directa y contundente. Nadie se salva solo porque uno es el planeta, una es la naturaleza y una es nuestra especie con todas las especies.
Una sola es la vida.
Todos deberíamos tender hacia la premisa de la nueva Consciencia Global que expresa: “Somos Uno”.
¡Mucha vida para ti!
Carlos Sánchez
¿CÓMO se hace para cambiar? https://www.terapiacomunicacional.com/mis-recursos/